Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1854-1856 (Cortes Constituyentes de 1854 a 1856)
Sesión: 21 de mayo de 1856
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: n.º 386, 13.376
Tema: Discusión del artículo 1º del dictamen para la concesión de una subvención para la construcción del ferrocarril de Villarrobledo a Málaga

El Sr. SAGASTA: Voy ante todo a hacerme cargo del párrafo de mi discurso que el Sr. Marqués de Vega Armijo se ha servido leer. Decía S. S. recordando un párrafo de uno de mis discursos, que a mí me suena muy mal la palabra ilegalidad tratándose de las Cortes, porque las Cortes pueden hacer una ley y mañana modificarla sin que haya ilegalidad. ¿En que destruye esto las razones que he dado? ¿No os he dicho que la ley general de ferrocarriles podéis variarla, modificarla cuando queráis, sin cometer una ilegalidad?

Pero lo que he dicho es que una ley general de ferrocarriles no la podéis variar por una ley particular... (Un Sr. Diputado la de Zaragoza y Castilla). No se variaron, no se variaron absolutamente. Haced lo que hicimos nosotros, hacedlo, y habréis cumplido perfectamente con la ley general de ferrocarriles. Pues qué, ¿tomamos nosotros determinación alguna? ¿Hicimos concesión ni dimos subvención para las secciones de Madrid a Ávila y de Ávila a Valladolid, de Burgos a Irún? ¿Qué subvención hemos dado? Lo hemos hecho con la tercera sección, porque estaba completamente concluido todo lo que era necesario para ello. Cuidado con eso, señores, porque parece que no se comprende, y cuando se lee una cosa debe leerse todo. A ver entonces dónde se encuentra la contradicción que atribuírseme. En lo demás, ¿qué es lo que hicimos? Recomendar al Gobierno la terminación de los estudios. Y qué, ¿no pueden las Cortes recomendar al Gobierno una cosa tan importante?

Cuando se lee una parte, es preciso leerlo ya todo; nosotros en el dictamen establecimos como principio general la subasta para el ferrocarril del Norte; pero después, ¿qué hicimos? Como no estaban concluidos más que los estudios de la tercera sección, esta fue la única que sacamos a subasta. ¿Dónde está, pues, la falta a la ley general de ferrocarriles, ni qué tiene que ver esto, señores, con la arbitrariedad con que se nos pide ahora una subvención en esta forma?

Su señoría ha dicho que yo he inferido una injuria que yo he tratado de mala manera a la compañía del Gran Central, y esto no es exacto: lo que yo he dicho es, que toda empresa que entra en un negocio sin conocerle a fondo, da para mí, en mi opinión particular, mala idea; y, señores, la verdad es que no la da muy buena, porque yo creo que cuando una empresa quiere entrar en un negocio, debe examinar primero si se pueden o no reportar ventajas, y si después de pesadas las ventajas e inconvenientes la balanza se inclina a favor de las ventajas, entrará en el negocio, y si ve que los inconvenientes son mayores, se apartará desde luego, a no ser que quiera dar el dinero esa empresa a cualquiera, o jugarlo como quien juega a la lotería. Esta es una apreciación mía, que también debe de tener cabida en el ánimo de S. S.; por más que no lo diga. Yo no he tratado, pues, de inferir ofensa ninguna a esa empresa, ni a ninguna otra, pues para mí merecen mucha consideración, no solo las extranjeras, sino las nacionales; todas las empresas, en fin, que traten de invertir su dinero en obras tan importantes como lo son las obras de que se trata.



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